La hormiguita de la virgen, así llamaban a monseñor Ramón Arcila, quien llegó como párroco a la iglesia de Santa Ana en Sabaneta en la década de los treinta. Era un fiel devoto de María Auxiliadora y según habitantes del municipio hacía milagros y desde todas partes de Antioquia llegaban creyentes a hacerle filas que iban desde el templo hasta la vía Las Vegas, con la intención de que él los tocara y ocurriera un prodigio.
Andrés Bedoya, actual sacristán de la iglesia principal de Sabaneta, dice que él es un milagro del padre Arcila, como le dicen los fervientes de cariño, pues su madre durante parte de su embarazo tuvo complicaciones que hubiesen podido terminar en la pérdida del bebé.
“Mi mamá perdió su primer hijo, luego se embarazó de mí y la gestación se complicó, entonces ella fue donde el padre Arcila, él le sobó la barriga y a partir ahí, de manera milagrosa, el embarazo empezó a transcurrir de manera normal y nací”, cuenta Bedoya.
Ese es uno de los tantos milagros que feligreses le atribuyen al padre Arcila, quien murió en 1985 y justamente hoy, 18 de agosto, está cumpliendo 35 años de ausencia en la vida terrenal. Tomás Montoya, habitante de Sabaneta, relata que el sacerdote, quien se sentaba justo delante del altar para atender a los fieles, curó a personas de cáncer, de enfermedades terminales, hizo caminar a paralíticos y hasta ver a los ciegos.
Pero no era precisamente que él fuera un hombre milagroso, el sacerdote Carlos Mario Ochoa, actual párroco de la iglesia Santa Ana, explica que realmente el padre Arcila era tan creyente de la virgen María Auxiliadora, que ella lo utilizaba para sanar a los enfermos y concederles favores a las personas.
Ese fervor que le tenía a la madre de Jesús, cuenta el medio Infobae, nació de una vez que el padre estaba viajando a altas velocidades por una carretera, se abrió la puerta del auto, salió volando y mientras ocurría el accidente pensó en la virgen y al caer no sufrió un solo rasguño, fue como si lo hubiesen colocado con especial delicadeza.
Fue por esa devoción que él instituyó los martes como el día de María Auxiliadora y celebraba misa desde las 6:00 a. m. hasta las 8:00 p. m. en honor a esa advocación de la virgen. En ese entonces, ese día llegaban las romerías desde diferente lugares del Valle de Aburrá y de Antioquia y vivían toda una fiesta religiosa.
Y se mantiene la tradición. Antes de la pandemia por la covid-19, cada martes, miles de ciudadanos ocupaban toda la iglesia de Santa Ana y parte del atrio escuchando la misa. Actualmente a pesar de la restricción de las aglomeraciones para evitar la propagación del virus, aun se ven fieles que desde el parque hacen sus oraciones y piden a la virgen un milagro.
Los restos del padre Arcila reposan al interior de la iglesia San Ana, justo en frente del altar que tienen en el lugar a María Auxiliadora. Así mismo, en la parroquia, se conservan sus zapatos y vestiduras sacerdotales.